Una de las misiones esenciales del lenguaje se concreta en la función representativa. Gracias a ella el homo loquens goza de la posibilidad de construir una representación 039;039;dramática039;039; de cuanto ocurre dentro y fuera de sí. Cuando en el acto de habla el emisor desea transmitir su vivencia a un destinatario debe adaptar la representación originaria a las necesidades informativas de este último. Organiza el lenguaje en dos bloques: información conocida (o tema) / información novedosa (o rema). De ahí que secuencias como Picasso pintó el Guernica y El Guernica lo pintó Picasso 039;039;digan039;039; lo mismo, pero no informen de lo mismo. En otras ocasiones, el hablante se ve en la precisión de realzar algún segmento de la secuencia a fin de llamar la atención al destinatario. Sin modificar el contenido representativo del mensaje, subraya o enfatiza alguna de sus partes. A este realce de carácter paradigmático lo denominamos foco. La lengua conoce numerosos medios de focalización. Por último, a veces nos vemos en la precisión de señalar el marco o universo de discurso en el que tendrá validez nuestro enunciado. Estas anotaciones, los tópicos, se incluyen entre pausas y suelen ocupar la posición inicial. Los tópicos poseen valor sintagmático y participan de la doble naturaleza de constituir un nivel sintáctico y ser una función informativa.