Cuando al final de la década de los sesenta la narrativa hispanoamericana alcanzó un prestigio mundial, se volvió la vista atrás en busca de sus "clásicos".
La figura gigantesca de Rulfo destacó inmediatamente. En 1955 aparece
«Pedro Páramo», novela gestada largamente por un escritor con fama de poco prolífico y que aunó la propia tradición narrativa hispanoamericana con los principales renovadores de la occidental: Joyce, Faulkner, Woolf... Novela rica, apasionante como pocas, que arrastra al lector del desconcierto a la sugestión.