Espectaculares parques geológicos creados por sucesivas erupciones volcánicas, bosques únicos en el planeta, una fauna endémica especialmente singular, así como un pueblo de origen misterioso pero siempre acogedor harán que el contacto con las más occidentales de las Islas Canarias sea algo inolvidable para el que se acerque a este mítico confín.
La unidad administrativa de las cuatro islas que componen la provincia de Tenerife -Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro- encuentra un paralelismo en las características de su medio físico, distinto en líneas generales al del sector oriental del archipiélago.
Estas diferencias se resumen, básicamente, en una mayor altitud, con laderas que caen a pico hacia el mar desde el centro de la isla, cortadas por profundos barrancos -algunos de varios kilómetros de longitud-, e interpuestas al paso de los húmedos vientos alisios, que soplan desde el interior del océano.
Estos vientos, que en otras islas más bajas, como Lanzarote o Fuerteventura, pasan por encima sin dejarse notar apenas, se descargan aquí de agua, dando lugar a la existencia de torrentes y regatos. Irregularidad del terreno y diferentes disponibilidades de agua, según la altitud, favorecen una variada cobertura vegetal: el tópico, pero real, mosaico paisajístico isleño.