Julien Nori, un profesor de la Sorbona, aparece degollado en París, a pocos pasos de la universidad. Se definía laico, hijo del Siglo de las Luces y discípulo de Voltaire, algo que creía indispensable recordar continuamente ante el temor de que el siglo xxi se convierta en un nuevo periodo de inquisiciones religiosas y políticas. Todo parece apuntar a un atentado integrista islámico, pero tanto la policía como las autoridades académicas quieren archivar el caso cuanto antes dada la vida poco convencional que llevaba Nori y las polémicas que había suscitado en los últimos tiempos. Su amigo y compañero Max recibe unas reflexiones escritas por Nori con la intención de que sean editadas si la muerte le «sorprende» antes de que él mismo pueda hacerlo. Max cumple ese último deseo para rendirle homenaje a él y a su hija, Claire. El libro, Los fanáticos, es un texto autobiográfico en el que Nori aclara el porqué de su vida agitada y pone en cuestión todas sus convicciones. Todo empezó cuando su hija Claire, una brillante historiadora en Oxford, le comunica que se había convertido al Islam, que se había casado con un profesor musulmán de la edad de Nori y que renunciaba a su familia y a su educación. Nori lo había encajado como un fracaso personal por la vida licenciosa que había llevado. Intenta establecer el diálogo con su hija, pero ya no es Claitre, es Aisha. A través del recurso del «manuscrito encontrado», Max Gallo reflexiona en Los fanáticos sobre las hipocresías sociales y sobre cómo corren peligro en nuestras sociedades, y pueden perderse, los logros heredados del Siglo de las Luces, nuestras libertades políticas y religiosas... Detrás de las apariencias y las correcciones políticas puede hallarse agazapado el fanatismo.