Victoria (1915) es para muchos críticos la última de las grandes novelas de Conrad (El corazón de las tinieblas, Nostromo, El agente secreto), y tal vez la más lograda. A la muerte de su padre, Axel Heyst, aristócrata sueco, soñador y solitario, se dedica a vagar por el mundo y acaba como gerente de una explotación minera en Samburan, una remota isla del archipiélago malayo. Aunque el proyecto fracasa, Axel decide permanecer con su criado Wang en la isla. Un día viaja a la vecina Surabaya, en la actual Indonesia, y allí conoce a Lena, que actúa con una «orquesta de señoritas» en un hotel de la isla. Schomberg, el propietario del hotel, un alemán racista y despótico, la acosa para que se convierta en su amante, y Lena huye con Axel a la paradisíaca Samburan. Contrariado y loco de celos, Schomberg ideará un plan para vengarse de ambos, sirviéndose de tres secuaces sin escrúpulos, en los que parecería haberse inspirado Dashiell Hammett para crear el siniestro trío de villanos de El halcón maltés. Drama psicológico con tintes policíacos, Victoria contrapone la conciencia torturada de su protagonista a la crueldad y codicia de sus perseguidores, así como a la ingenuidad seductora de la infortunada Lena. Como dijo Jack London: «Me alegro de estar vivo, aunque sólo sea por el mero hecho de poder disfrutar de la lectura de este libro».