Durante el apogeo de la era del jazz, cuando la ley seca estaba convirtiendo a los ciudadanos corrientes en criminales y a los delincuentes comunes en celebridades, nacieron las auténticas revistas policíacas norteamericanas. True Detective se publicó por primera vez en 1924, y en 1934, con maleantes como «Ametralladora» Kelly, Bonnie y Clyde, «Baby Face» Nelson y John Dillinger surgidos como consecuencia de la Gran Depresión, las revistas eran tan populares que tanto los policías como los ladrones competían por verse en sus páginas. Incluso el jefe del FBI J. Edgar Hoover escribía regularmente para los que eran conocidos como los «libros de polis».
A medida que fueron pasando las décadas, las revistas atravesaron, sin embargo, curiosas metamorfosis. Cuando el alcohol volvió a ser legal, se acabó la crisis económica y todos los criminales de renombre estuvieron muertos o en prisión, las publicaciones detectivescas recurrieron a material más pecaminoso para seguir vendiendo ejemplares. Las chicas sexy con ropa ajustada, faldas provocativas y tacones de aguja decoraron cada esquina. Los titulares de portada pregonaban: «Yo fui una delincuente, por puro placer», «Las costumbres sexuales de las mujeres asesinas», «¡Novia del pecado!», «Ella me tomó por un imbécil» y, más sucintamente, «Mala mujer».
True Crime Detective Magazines sigue la evolución, ascenso y caída de este género típicamente americano entre 1924 y 1969. Cientos de portadas e imágenes interiores de docenas de publicaciones cuentan la historia, no sólo de estas revistas policíacas, sino también de las actitudes en EE.UU. en materia de sexo, pecado, crimen y castigo durante más de cinco décadas. Complementado por textos del coleccionista especializado Eric Godtland, George Hagenaur y el editor de True Detective Marc Gerald, True Crime Detective Magazines es una mirada informativa y entretenida a uno de los fenómenos editoriales más extraños de todos los tiempos.