Chök, se ha convertido en un nuevo templo de peregrinación para todos los amantes del chocolate, y es que su mezcla de estilos y de chocolates lo convierte en una parada casi obligatoria para tu paladar, una pastelería con aires neoyorkinos en la que se mezcla artesanía y modernidad.El chocolate es el protagonista absoluto, el eje entorno al que estallan todos nuestros sentidos en un festín sin límites sensoriales. El local, originalmente una chocolatería de espectacular arquitectura modernista, se ha convertido en una de las tiendas más fotografiadas del casco antiguo barcelonés.