Si algo le falta al mundo de hoy es, sin duda alguna, un poco más de humanidad. Maritain dice que el término «humanismo» es un término ambiguo, como ambiguas son las relaciones humanas. Por desgracia, las relaciones entre los seres humanos han adquirido una trágica significación. La vorágine a la que nos tiene sometidos la mal llamada «sociedad del bienestar» hace que actuemos como si los valores éticos no tuviesen ninguna repercusión. Todo vale, todo es posible, aunque para conseguir los objetivos trazados tengamos que pasar por encima de los demás y por encima de sus intereses sin ningún tipo de escrúpulos. Parece como si los principios fueran desechados en favor de la eficacia. Exagerando un poco la situación, se podría decir que estamos ante la necesidad de una revolución humanista, de la construcción de un mundo más genuinamente humano.La única manera de revitalizar la humanidad es volver a descubrir la verdadera imagen del hombre y realizar un intento definitivo por erigir una nueva civilización. En los tiempos modernos, los hombres buscaron muchas cosas buenas siguiendo caminos equivocados. La cuestión está ahora en buscar esas cosas buenas siguiendo caminos acertados, y salvar los valores y las realizaciones del ser humano anhelados por nuestros antepasados y puestos en peligro por una falsa filosofía de la vida.