La capacidad de construir experiencia personal a partir de la experiencia simbolizada en el texto literario es la principal fuente de satisfacción para el lector. Pero hay distintas maneras de leer, y no todas conducen a ese «vivir» a través de la literatura. Con un enfoque etnográfico, basado en abundantes testimonios de profesores y alumnos, en este libro se analizan los modos de hacer actuales en la enseñanza literaria. Del estudio se desprende la idea central de que el componente emocional es intrínseco al acto de leer, no un mero añadido para hacer la lectura más «placentera». De las conclusiones obtenidas, sustentadas en un marco teórico en torno al concepto de experiencia de la lectura, complementario al de competencia literaria, se derivan unas bases para una educación literaria que recupera su esencial dimensión humanizadora.