El arte de los celtas paganos y del primer cristianismo (500 a.C.-800 d.C.) fue capital para la identidad de este pueblo. Su significado, omnipresente, trascendía la mera ornamentación con un sistema de símbolos que hacía claras afirmaciones sobre el estatus, el poder y el género, sobre la guerra y lo sobrenatural. Por mucho que se tratase de un objeto de uso, su decoración hablaba un lenguaje rico en alusiones, que contiene las claves de una visión del mundo muy diferente de la nuestra. Que los artistas celtas eran maestros supremos en su oficio, queda patente en la sutileza de sus diseños, llenos de tensión, gracia y poderosa energía. Se recrean en la paradoja, en la ambigüedad, en la asimetría y en el doble sentido. El arte celta pagano resulta particularmente enigmático, pero puede estar imbuido de lo sobrenatural y de evocaciones del «otro» mundo, del mismo modo que en el arte cristiano aparece abiertamente lo espiritual, en una celebración de la gloria de Dios. Ante la ausencia de documentos escritos contemporáneos, el presente estudio, revelador y sugerente, adopta otros medios para descifrar el código del arte celta, situándolo con claridad en su contexto arqueológico. Tal vez sea demasiado complejo para desvelarlo en su integridad, pero este libro aumenta, como ninguno antes, nuestro conocimiento del mismo y del mundo que refleja.