El 21 de enero de 1793 Luis XVI fue guillotinado. Días después, Francia declaraba la guerra a Inglaterra y Holanda, la Convención decretaba la leva de 300.000 soldados voluntarios y estallaba la guerra civil con el levantamiento de la Vendée. Marat sería asesinado en julio; en ese mismo mes Robespierre sería elegido para dirigir el Comité de Salud Pública.
Este es el marco turbulento en el que Victor Hugo sitúa "El noventa y tres". Mezclando la ficción con la realidad histórica, Hugo narra el enfrentamiento de tres hombres: el aristócrata Lantenac, príncipe bretón fiel a la casa real y jefe del ejército insurrecto de la Vendée; su sobrino Gauvain, convertido en jefe militar del ejército republicano; y el sacerdote Cimourdain, devoto revolucionario, enviado por Danton, Marat y Robespierre al frente de batalla como comisario político de la Convención.
"El noventa y tres" está muy lejos de ser una novela de tesis, cosa perfectamente comprensible teniendo en cuenta el talante narrativo de su autor. Pero, aún así, a pesar del énfasis que Victor Hugo pone en desarrollar un vigoroso ritmo narrativo, propio de la novela de aventuras, y a pesar de su clara voluntad de evitar cualquier maniqueísmo, una corriente de simpatía por la revolución impregna esta trepidante novela, que sería la última que escribiría Hugo antes de morir en 1885, probablemente bajo la influencia de los sucesos acaecidos durante la insurrección de la Comuna de París.