Tanto por su ambiciosa propuesta narrativa como por las extraordinarias historias que relata, Jonathan Strange y el señor Norrell es una novela fabulosa en todos los sentidos. Como una auténtica obra de orfebrería literaria, Susanna Clarke ha imaginado un universo fantástico completo y coherente hasta en sus últimos detalles, creando en el lector la ilusión de sumergirse en una historia de absoluto realismo y verosimilitud.
A principios del siglo XIX, las hazañas del Rey Cuervo, el más grande de todos los magos de la Edad Media, perviven en la memoria y la leyenda, pero la práctica de la magia ha sido completamente olvidada en Inglaterra. Hasta el día en que el esquivo señor Norrell, de Hurtfew Abbey, logra que las piedras de la catedral de York hablen. La noticia del retorno de la magia se extiende como la pólvora y el señor Norrell, convencido de que debe poner sus artes al servicio del gobierno en la guerra contra Napoleón, se traslada a Londres. Allí conoce al joven Jonathan Strange, un brillante y voluntarioso mago, y tras superar algunos recelos, consiente en acogerlo como discípulo. En una época en la que sólo los charlatanes se hacían llamar magos, Norrell y Strange se proponen limpiar el buen nombre de su oficio, al que consideran una ciencia con mayúsculas. Bajo las órdenes de Wellington, realizarán decenas de actos mágicos, y su éxito es tal que muy pronto se los consultará sobre muchos otros problemas, desde la curación de la locura del rey Jorge III hasta la mejor venganza para amantes despechados. A su paso encontrarán amor y muerte, portentos y crueldades, y arrastrados por la ambición y la rivalidad, el camino de la gloria los acercará irremediablemente al abismo.
Entre la fina comedia social de Jane Austen y el sombrío universo de Tolkien, Susanna Clarke ha logrado crear un mundo imaginario de enorme belleza y misterio.