Franz Schubert era hijo de Viena, una de las ciudades de mayor riqueza musical: una Viena que rendía culto a Beethoven, adoraba a Rossini y se estremecía con Paganini. Schubert, con la ayuda de algunos amigos que estaban a su vez inmersos en las artes, logró la fama con sus canciones y danzas al tiempo que aspiraba al éxito con sus óperas y sinfonías. Christopher Gibbs ofrece en esta monografía una nueva visión de esta mal comprendida figura, en especial del desarrollo de su carrera profesional, de su relación con Beethoven, del crecimiento de su celebridad y de su imagen pública y de su lado más oscuro, la bebida, la depresión y la ambigüedad sexual. Esta biografía pone en cuestión los habituales tópicos sentimentales y las recientes opiniones revisionistas en relación con este evasivo genio.