Una mañana de Navidad, una mujer hace balance de los trece años transcurridos desde que recogió a su niña en un orfanato ruso. Aunque no es precisamente el día más apropiado para rendir cuentas, el impulso de sincerarse y de enfrentarse a su propia decepción hace que madre e hija se enzarcen en una larga discusión en la que aflora el abismo que las separa. Bajo el fuego cruzado de amargos reproches, el vínculo amoroso, profundo e inextinguible, se presenta como el último recurso para superar la crisis y recomponer la relación. Sin embargo, en una jornada aciaga, mientras una feroz tormenta de invierno se abate sobre la zona, un acontecimiento inesperado condiciona de forma dramática la estabilidad de la familia.
El día empieza de forma irregular. Los regalos siguen bajo el árbol, sin abrir, porque Holly y Eric, los padres, se han quedado dormidos después de una noche de excesos. Cuando Tatiana, quinceañera incomprendida, le echa en cara a su madre la actitud irresponsable, Holly, una poetisa marcada por haber renunciado a la escritura, no pierde la ocasión de señalarle todas las carencias que la convierten en una hija ingrata y egoísta. Y mientras Eric se ausenta para recoger a sus padres en el aeropuerto, el clima de tensión va aumentando por momentos. Así, al caer la noche y bajo un manto de nieve que todo lo cubre, Holly se hace las preguntas inevitables: ¿en qué se ha convertido su adorada Tatty? ¿Dónde ha quedado el brillo de sus hermosos ojos negros? ¿Es tan sólo la adolescencia o se trata de una especie de castigo que ha caído sobre la familia? Por desgracia, su angustia y su desesperación parecen ir en consonancia con la terrible verdad que está a punto de descubrir.