¿Cómo es un buen profesor?, ¿qué hace una maestra que, año tras año, maravilla a gran parte de sus alumnos? ¿Qué se espera del alumnado hoy en día?, ¿qué es eso que tanto se escucha de que alumnos y alumnas son los protagonistas del hecho educativo?, ¿es que un alumno hoy ya no es igual que el de hace unos cuantos años? ¿Qué hay que enseñar hoy en las escuelas e institutos?, ¿cómo es que gran parte de lo que siempre se había enseñado ya no parece ser importante y útil? Y, por cierto, ¿cómo enseñar lo que hoy en día debe ser aprendido?, ¿aún hay alguien que se dedica a explicar la lección y nada más?, ¿y qué tiene de malo si eso sucede?
Este tipo de cuestiones no resultan extrañas: surgen en el momento menos pensado, aparecen en escuelas, por supuesto, pero también en hogares, debates televisivos y radiofónicos, artículos periodísticos, blogs y cenas de amigos. Quien más, quien menos sospecha que la educación, en teoría, debe ser tal cosa o la de más allá y, ante tanta opinión, idea, propuesta o dictamen, es preciso acudir a la teoría de la educación y detenerse en ella, no para buscar una respuesta prestada, sino para obtener instrumentos con los que pensarla. La educación no es cualquier cosa, nuestro futuro va en ella, y quizá sea el momento de intentar ordenar, en teoría, la situación en la que nos encontramos.