Corrine es una joven agente de bolsa en Wall Street; Rusell, su marido, es un ambicioso editor que se considera malpagado. Están felizmente casados y viven en el excitante Nueva York de mediados de los ochenta, donde las oportunidades no escasean para quien tenga el acierto y la ambición de aprovecharlas. Sin embargo, ese no es más que otro espejismo de una era que se acerca a su fin: los Calloway pronto se darán cuenta de que todo lo que sube termina bajando, tanto en la bolsa como en la vida.
McInerney escribe una elegía sobre el Nueva York de las quimeras literarias y las fusiones de empresas. Para quienes no lo vivieron, Al caer la luz captura el arrebato de una época y llena de verdad unos años que de otra manera nos parecerían irreales. Una novela sobre un matrimonio que empieza a dejar atrás su dorada juventud y que se da cuenta de que lavida, quizás, los prefiera responsables y maduros.