Sumergirse hoy en día en las obras de Robert Fludd (1574-1637), nos dice Joscelyn Godwin, «es como explorar un palacio de la memoria renacentista». Un inmenso y majestuoso edificio que albergaría gruesos y ricos volúmenes, espléndidamente ilustrados, sobre el macrocosmos y sus correspondencias con el microcosmos; también se verían fastuosos atriles en los que descansarían abiertos valiosos incunables de las Sagradas Escrituras y de las obras de Hermes Trismegisto y Platón. Una de sus salas podría atesorar una colección de cañones, un horno alquímico o una gigantesca arpa mecánica, que no necesitara de nadie para sonar. En otras estancias habría diversos aparatos experimentales, que demostrarían el origen de los vientos, o bien una serie de autómatas giratorios propulsados por arena. Más adelante, en otros recintos más sobrios del palacio, podrían colgar de las paredes dibujos de órganos internos del cuerpo humano, el sistema circulatorio o los nervios, junto a esquemas geománticos y símbolos rosacruces. En el exterior del edificio se divisarían un huerto de plantas medicinales y algunos ingenios, como un reloj musical acuático o un órgano de agua; en cualquier caso, nada que saciara una curiosidad banal.
El abigarrado mundo intelectual de Fludd no tiene parangón en su época en cuanto a amplitud y ambición, y ésta es una de las causas por las que quedó pronto olvidado tras su muerte. No fue suficientemente original en ninguna de las disciplinas que se abrirían camino en su tiempo, como la astronomía, la mecánica, la filosofía, la medicina y las artes, y, por otro lado, los historiadores han ignorado la corriente de pensamiento esotérico en donde Fludd hizo mayores aportaciones.
Sin embargo, es indudable el acento que siempre puso este autor en la visualización de sus teorías. Sus propuestas teóricas han sido poco citadas en los últimos siglos; pero no así las láminas de sus libros, constantemente reproducidas en los más variados y diferentes medios culturales. Por tanto, las 200 ilustraciones de esta edición, que representan prácticamente el corpus completo de la iconografía de su obra, constituyen una perfecta y atractiva introducción a una época del pasado en la que la filosofía, la imaginación, la magia, la ciencia y el arte convivían de forma natural y armonizada en el mismo universo del saber.
Joscelyn Godwin ha sido profesor de música en la universidad norteamericana de Colgate desde 1971 hasta 2014 y autor de numerosos libros de erudición como Mystery Religions in the Ancient World (1981), The Theosophical Enlightenment (1994), Armonías del Cielo y la Tierra: la dimensión espiritual de la música desde la antigu¨edad hasta la vanguardia (1998), The Pagan Dream of the Renaissance (2002), The Golden Thread: The Ageless Wisdom of the Western Mystery Tradition (2007), Athanasius Kircher’s Theatre of the World (2009), Atlantis and the Cycles of Time: Prophecies, Traditions and Occult Revelations (2007), además de la novela The Forbidden Book (2013). Asimismo, ha realizado importantes traducciones, entre las que cabe destacar Splendor Solis de Salomon Trismosin (1981) y la obra alegórica renacentista El sueño de Polifilo de Francesco Colonna (1999). En Atalanta, que ha publicado su ensayo El mito polar (2009), se ha encargado de la edición de Armonía de las esferas (2009) y de la introducción de La fuga de Atalanta de Michael Maier (2007).