Me llamo Minerva, Minerva Watson. Soy descendiente directa del detective más grande de todos los tiempos. Y estoy metida en un buen lío. Uno de los grandes. Cuando voy a buscar a mi madre a su despacho, descubro que ha desaparecido. Delante de su ordenador, todavía encendido, se alzan siete pequeños montículos de arena y tierra, de no más de tres centímetros de alto, alineados a una distancia exacta y equidistante. Siete montañas en miniatura que constituyen mi única pista. No estoy asustada. Estoy furiosa. No soy una matona. Pero haré lo que tenga que hacer. Alguien se ha llevado a mi madre. ¡Y se arrepentirá de haberlo hecho!