A veces pienso que tal vez en la vida tengamos una especie de cuenta que nos permite hacer determinadas cosas, pero solo podemos hacer unas cuantas, y si nos pasamos, ¿se acabó? En el segundo verano de Maulina en las casas de plástico hay un incremento de población. Primero se muda con ellas una mujer llamada Ludmila Lewandowski (viene a ayudar a su madre), por lo menos a media jornada, y poco después, lo hace Rolf, la silla de ruedas, a jornada completa. Porque Klara, la madre de Maulina, necesita ya una silla de ruedas para recorrer trechos largos y trechos cortos. Pero esas no son cosas que puedan con Maulina? La niña secuestra una cebra (su peluche que se había quedado en Mauldavia) y aprende judo para discapacitados. Con sus amigos funda un imperio heladero e inventa unos padres para Paul. Y también tiene que aceptar que la vida no tiene marcha atrás.