En la Guerra Civil el fenómeno guerrillero apareció con mucha mayor intensidad en el bando republicano. Una de las razones que justificarían esta realidad es que, en la mentalidad académica de los militares profesionales sublevados, formada básicamente sobre la doctrina militar francesa, no se consideraba la posibilidad de emprender ese tipo de lucha.
Los milicianos eran propensos a este tipo de combate en la que se sentían hábiles porque en los primeros meses de la guerra se agrupaban en diversos batallones o columnas que, a pesar de sus vibrantes nombres, no constituían unidades medianamente organizadas, encuadradas, mandadas, instruidas ni, por supuesto, disciplinadas. Milicianos que fracasaban estrepitosamente en el ataque, que medio resistían en la defensiva hasta que percibían el peligro de quedar envueltos y huían en desbandada, pero que peleaban heroicamente hasta la muerte cuando ya no había lugar a donde retirarse y la rendición no era una opción.
Ejemplos de esto abundan, desde el pequeño grupo de milicianos que resistió en la torre de Almendralejo hasta la defensa de Madrid. «Ni un paso atrás» cuando ya no había un atrás donde ir. Ahora bien, esos mismos milicianos llevaban ventaja cuando se movían en pequeños grupos, por terrenos bien conocidos por ellos y preferentemente de noche. En esas condiciones percibían esa ventaja y se inclinaban por ese tipo de combate.
El objetivo de este libro es dar a conocer la actuación de guerrilleros y espías republicanos en la provincia de Córdoba durante los cruciales años de la Guerra Civil.