Alba decidió convertirse en pastelera cuando se enteró de que su madre no supo que estaba embarazada de ella hasta no probar unos pastelillos de Tortosa hechos en el obrador de Mateu Serra. Pero el camino no le resultará fácil. Alba hace de la cocina su universo, un laboratorio de dulces donde trabaja incansablemente.
Un amigo de la familia promete ayudarla. Así encuentra trabajo los domingos en la pastelería Escribà, regentada por el hijo de Mateu Serra. Aunque no es más que una simple dependienta, ya que en los obradores solo trabajaban hombres, Alba está convencida de que se trata de un importante paso.
Un día debe ayudar en el obrador, donde se quedan maravillados con sus asombrosas aptitudes. De esta manera la vida de Alba dará un giro que la situará muy cerca del éxito. Con sus platos, Alba transmite su propia esencia, sensual y creativa, y logra transformar el ánimo de los comensales e incluso curar sus enfermedades.