Entre todos no sé si merecen el primer lugar estos discursos, por su singularidad y artificio y por aquel primor con que mezcla las veras y la corrección de las costumbres con cosas tan de risa, sin embarazar el donaire el fin principal suyo, que es el bien universal y la mejora de las repúblicas. A lo menos, la gran estimación que han hecho de ellos casi todas las naciones de Europa y las más graves y doctas personas de España, parece se lo dan , pues no ha habido cosa tan celebrada.