Le educación personalizada no es un método de enseñanza sino una concepción educativa, con exigencias prácticas, cuyo fundamento está en el concepto de persona. Afirmación que conviene dejar bien asentada en el volumen que viene a ser piedra angular del Tratado para que luego se constituya un nervio principal que recorra toda su arquitectura. De este modo se entenderá también con mayor facilidad, con absoluta naturalidad, que el conjunto de los libros que lo conforman no constituyen una colección sino, cabalmente, eso: un tratado. No un determinado número de trabajos inconexos que confluyen y se reúnen bajo una etiqueta compartida, sino una materia única que consiste en armonía y cuya savia única penetra las páginas y las ideas. Víctor García Hoz, alumbrador y director de este empeño trascendental, es el autor del volumen, primero de los treinta y tres de que constará la obra completa. Y lo ha dedicado a acotar el concepto de educación personalizada dejándolo fluir en su complejidad pero trazando al mismo tiempo las claves de la unidad del proceso educativo, encaminado a dotar de sentido la vida del hombre, de cada hombre concreto. 'Educarse, a fin de cuentas, es aprender a vivir', lo que exige introducirse en el flujo amazónico de la existencia humana y, al impulso de la irreductible libertad personal, ir descubriendo en sus avatares, remansos y turbulencias los valores radicales - el bien, la verdad, la belleza - que se revelan como pilares de la felicidad. A tal propósito se endereza el esquema del libro que, tras detenerse en la tendencia universal del hombre y su puesto en el mundo, se adentra en el sentido de la vida para derivar luego, en tamos lógicos, por el estudio de la personalización de los ambientes educativos y las posibilidades y perspectivas de la educación. Los actos educativos son considerados en su estructura y en su intencionalidad inmediata, siempre sobre el cimiento de la realidad personal de la vida humana. La tarea de educar cobra así una dimensión de aventura casi sagrada, en la que protagonistas y mediadores - alumnos, padres y profesores - moviéndose sobre el gran tablero del ambiente, han de conseguir mediante métodos y organización apropiados, el gran objetivo que alienta en el esfuerzo: la construcción de la personalidad, aprender a vivir, enseñar a vivir.