En Destruir, dice, como en El amor, entre las miradas indiferentes de cuatro personajes, probablemente en un balneario de la costa normanda, tan presente siempre en las novelas de la Duras, va tejiéndose palabra a palabra las complejas tramas del deseo. Aquí, el diálogo entre dos hombres y dos mujeres es el que conduce al lector en el laberinto de las miradas anhelantes, de las intenciones no cumplidas, de los actos fallidos y de los proyectos truncados. Un diálogo narrador, aunque escueto y lacónico, hecho de supuestos, de inflexiones sutiles. Todos parecen esperar a alguien o algo, todo está siempre a punto de ocurrir : ¿cuándo ?, En qué frase precisa de este diálogo incesante, que se funde con las lánguidas y cálidas siestas y las refrescantes noches de verano que no querría tener fin, aparecerá esa persona deseada o ese instante que lo trastocará todo ?