"¿Por qué se rechaza y hasta se persigue al `diferente', al de `aspecto extranjero', al `raro'? ¿Por qué se lo considera un `enemigo'? Creo que esa hostilidad surge, en primer lugar, del cuestionamiento de las propias peculiaridades, planteado por esas `divergencias'. Esa fue también -si se dejan de lado los motivos de las instancias políticas- la causa de la intolerancia religiosa. Porque la fe religiosa no se basa en razones evidentes, aceptables para cualquiera, como las de la geometría euclidiana. Se trata más bien de una profunda creencia en principios revelados, sin más reafirmación concreta que la comunión de los creyentes. Por esa razón, la existencia de personas y comunidades que no comparten esas creencias crea una notoria inseguridad. Cuanto más incierta e insegura es la propia fe, tanto mayor es la necesidad de hacer a un lado a aquellos incómodos testigos de que se puede vivir también de otra manera, que se puede encontrar apoyo en otras creencias. Y entonces se ahuyenta a los heterodoxos, por lo menos, se los obliga a practicar su credo en privado y a desaparecer de la vida pública". (Dr. Iring Fetscher en la Introducción).