Se inicia este libro con un capítulo que lleva un título esclarecedor: Del juego al trabajo. Quedó atrás le etapa preescolar, con actividades de carácter sensorial y motor preferentemente, y se inicia otra, fundamental, en la que el niño adquiere una casi infinita capacidad de aprendizaje al abrirse, como la tierra buena que estrena su primara semilla, a una sementera del espíritu que hará posible su desarrollo intelectual y la cosecha de sus primeros conocimientos abstractos. Destaca el profesor García Hoz cómo del mismo nombre que, durante muchos años, se aplicó a esta fase de la educación (se le llamó elemental, acaso con un cierto ademán de menosprecio, aunque no de desprecio) se puede extraer su más cabal sentido. Porque la educación primaria aporta los elementos - que aquí es nomo decir los ingredientes, o los pilares - sobre los que se ha de alzar luego el edificio de la persona humana.