«Estos son relatos de aventuras de los que Hemingway habría sentido envidia», escribió un crítico norteamericano. Estas doce historias están, en todo caso, entre las más inteligentemente divertidas que se hayan escrito en los últimos tiempos sobre las siempre complejas relaciones entre hombres y mujeres. «Quise escribir sobre ese estado de deseo que para mí —y creo que para muchas mujeres— es con frecuencia bastante más atractivo que el propio objeto del deseo, cualquiera que éste sea», porque, como lo aclara en el cuento que da título al libro, «en algún momento durante nuestra relación tuve que enfrentarme a la realidad de que, aun cuando Homer parecía un cowboy, de hecho no era más que un capitalista con acento tejano que se había comprado un caballo». «Los hombres, en cambio», añade, «se llevan grandes chascos, porque creen de verdad que desean el objeto, por lo que, en cuanto lo obtienen, deja de interesarles.»