Para concebir Europa, Edgar Morin nos invita a abandonar los discursos retóricos y las ideas fragmentarias que producen Europas imaginarias, ideales o mutiladas. Su ensayo, que es al mismo tiempo un viaje interrogativo por la historia y la cultura europeas, imagina a Europa como una unidad múltiple y compleja, que une los contrarios de modo inseparable. Por primera vez en los tiempos modernos, Europa vive un destino común. Debemos ser conscientes de ello si pretendemos elaborar un designio común.