Rastreando en legajos olvidados y haciéndose
eco de las historias que la tradición popular había convertido
en verdaderas leyendas, Alexandre Dumas fue entregando a la imprenta
la reconstrucción fidedigna de todos aquellos crímenes históricos
que habían llegado a ser célebres, ya fuera por lo macabro
y sangriento de su ejecución, o por el horror de la propia justicia
de la época, que aplicaba la tortura más inhumana para conseguir
las confesiones de los condenados. El misterio, el horror, las escenas
de pesadilla, la tortura, el desenfreno de las pasiones... son los elementos
de los que se nutre la literatura gótica, y que Dumas recogió
de la realidad para dar cumplido testimonio a sus lectores del tenebroso
corazón de los hombres. De esta diversidad de «dramas judiciarios»,
tan del gusto de un público romántico ávido de horrores,
hemos escogido tres casos que destacan por su truculencia e intensidad
dramática: La Marquesa de Brinvilliers, Urbano
Grandier y Vaninka.