Pocos hombres tan representativos del espíritu de su siglo como Pietro Arentino (1492 - 1556). El Divino para unos, Azote de príncipes para otros, libertino y desvergonzado para todos, fue una de las figuras más singulares y poderosas de Venecia. Su variada y extensa obra literaria ha determinado que su impar figura siga brillando con luz propia, aunque no pura, en el firmamento de los hombres ilustres del Renacimiento.
Venecia ha sido cuna y refugio de gran cantidad de artistas y hombres ilustres, de seres que han marcado, en forma profunda, su pensamiento en este mundo. Desde que en el siglo VI los vénetos, escapando de las hordas de Atila, se refugian en los islotes y fundan la magnífica ciudad, ha sido ésta refugio de diferentes hombres, especialmente artistas:Tiziano, Canaletto y Tintoretto, Vivaldi, Wagner, Liszt, Lord Byron, etc., figuran como nombres ilustres que hicieron de Venecia una segunda patria.
Pero entre todos hay uno que destaca en forma singular por su visión tan descarnada, tan especial de la vida, tan brutalmente natural. Ese hombre es Pietro Aretino (1492-1556), nacido en Arezzo, considerado el "padre del periodismo", aunque debería más bien nombrársele fundador del ?panfletismo", arte y oficio que manejó con maestría inigualable. Pero, quizás en lo que más destaca o, por lo menos, su legado más profundo al arte, la literatura y la historia, está en sus comedias y poemas, todos ellos plenos de un erotismo a veces fino, a veces brutal, en momentos de una perfecta sutilidad sensual y, en otros, descarnadamente pornográficos.
Entre sus principales obras destacan, sin duda, los "Raggionamentti" o "Diálogos Amenos" que relata las aventuras de la Enana, una prostituta que se iniciara como tal en un convento, donde descubre la vida oculta de monjas y frailes, y presencia las más descabelladas y aberrantes escenas de sexo, en las que participan desde el obispo y la abadesa, hasta el último de los sirvientes, donde se practican toda clase de perversiones y se inventan algunas hasta entonces impensadas. En ese ambiente se desarrolla esta obra que diera a su autor una fama inmortal, no tanto por las descripciones explícitas, sino por el estilo y la filosofía que la ampara y que resulta, finalmente, bastante más moralista de lo que pudiera creerse. Y a pesar de haber sido el propio Aretino un hombre de poco respeto para con las normas de su tiempo, en especial en materia sexual, pues mantenía un harén de muchachitas que recogía de la calle, su actitud con éstas y con sus amigos en general siempre fue de gran corrección.
A ninguna de sus "mujeres" las abandonó y les dio, por lo general, una vida que jamás hubieran tenido de no haber sido recogidas por él. Fue también leal con sus amigos, a pesar de que muchos le abandonaron en los momentos difíciles y en especial, en aquellas épocas de escasez de moneda. En toda su obra y su vida, a pesar de ser un deslenguado, un descarado de franqueza brutal, estaba pleno de nobles sentimientos y de las más altas pasiones. Cuando obtuvo su prestigio, no olvidó sus padeceres iniciales y siempre tuvo una mano generosa para quienes le requerían.
Su obra poética fue, durante el siglo pasado y parte del actual, lectura exclusiva de algunos entendidos. Estaba vedada para el público lego, en consideración a las expresiones utilizadas y a las descripciones explícitas que allí se señalan. Sin embargo, vista con ojos actuales, no podemos negarle el valor intrínseco que posee como obra poética y, especialmente, por expresar emociones y sentimientos de la naturaleza sexual del ser humano que le es propia y natural.
Los "Sonetos Lujuriosos" fueron compuestos para interpretar los famosísimos grabados denominados "Posturas", del pintor Marco Antonio Raimondi, copiados de los célebres dibujos de Julio Romano.