En el trato cotidiano con las arquitecturas que convivimos, nos encontramos el patio como un medio habitual de organizarse muchos edificios; podríamos decir que es una predisposición formal al asentamiento previo al tipo. En este contexto, una primera pregunta aflora ante cualquier reflexión sobre la arquitectura moderna que está transformando nuestras ciudades: ¿Se han interrumpido nuestros hábitos?; ¿esta predisposición al asentamiento introvertido cómo y de qué manera se deja sentir en la nueva arquitectura?; ¿qué ha pasado con el patio en la modernidad?
Ante estas preguntas, pretendemos con este trabajo apuntar algo que intuimos y necesitamos racionalizar, como es la aproximación progresiva a la historia, que tras los primeros momentos que se querían fuesen de ruptura con la tradición, pasan pronto a ser una recurrencia a los orígenes, a una clasicidad de formas remotas y ancestrales, para pasar posteriormente a una mayor valoración de lo vernáculo y lo tradicional más próximo en el tiempo, y desembocar en una reconsideración de los tipos tradicionales tal y como quedaron consolidados en el siglo XIX.