Trece años después de "Las preciosas ridículas" Molière vuelve con "Las mujeres sabias" al mundo de pedantes mujeres a las que embauca el primer charlatán recién llegado, utilizando en ambas el mismo tono cómico y farsesco. En mitad de ese período de trece años, Molière había escrito todo un ciclo de comedias contra el vicio que asolaba, según él, la vida social del momento: la hipocresía.
"Las preciosas ridículas" será la pieza inaugural de la etapa que iba a convertir a Jean-Baptiste Poquelin en Molière. Que éste eligiera para abrir su nueva etapa un tipo social como el de la "preciosa", sentaba unos presupuestos que habían de cumplirse con el resto de sus obras: presentar en el marco social mismo del espectador tipos humanos reconocibles, que cargaran sobre sí el estigma de un defecto. En "Las mujeres sabias", sin apartarse del "mundo" de "Las preciosas", ahonda caracteres y situaciones con mayor profundidad. Pero esta vez la ferocidad de su sátira no va dirigida directamente contra las mujeres y los ambientes falsamente cultos de los "salones", sino que sirve para envolver y prestar mayor consistencia al veneno que destila contra su enemigo, el abate Cotin.