Tómense unos cuantos amores y desamores, un puñado de seres arrebatados por un vértigo que solo se detiene cuando se alcanza la muerte y mézclense con mucha ironía, bastante sexo, lucidez a raudales y unos toques de seducción. Añádanse a todo ello alusiones al cine, evocaciones surreales y buena música. Antes de agitar, introdúzcanse unos cuantos vampiros, preferentemente sedientos de sangre y de amor, algunas alimañas de refinada crueldad y una porción generosa de mar hecho de noches largas y espesas.
Lo que se obtiene así no es una novela, ni un conjunto de relatos, ni una colección de poemas. Lo que resulta es pura literatura, sometida solo a las reglas de la inteligencia y la imaginación.
Esa es la mezcla de la que ha surgido "De vampiros y otros asuntos amorosos", y esta es, pues, la única definiciónj que le cuadra a este libro: literatura en estado puro. Nada más y nada menos.