Una situación de crisis, centrada en el desprestigio de la autoridad papal y de su curia vaticana, agobia la Iglesia católica: la inflexibilidad con que se pretende mantener una ética sexual cuestionable, las estrategias desplegadas en el nombramiento de obispos o en el control de cátedras teológicas, la renitente marginación institucional de las mujeres, así como la inoperancia de los sínodos romanos son, sin duda alguna, fuente de malestar y manifestaciones de una forma de gobierno papal concebido como una monarquía absoluta tal como dogmatizó el concilio Vaticano I en 1870 pese a la oposición decidida de una notable minoría de obispos participantes. Paradójicamente, la investigación teológica tanto protestante como, en buena parte, católica de los últimos tiempos confirma sin reservas la validez y consistencia de los argumentos de aquella minoría contestataria en su crítica sobre el papalismo que se impuso. La presente monografía responde, pues, a la necesidad de ofrecer una sobria, clara y coherente exposición de los puntos esenciales de la argumentación de los apologetas del papado, decimonónicos y actuales, y de la contundente réplica de sus críticos para dejar en claro la falta de fundamento teológico del actual autoritarismo eclesiástico.