Tradicionalmente, la cultura occidental ha ensalzado la mente y el espíritu individual como lugares de la razón y, por consiguiente, del conocimiento. Si debemos hacer caso a este libro, sin embargo, el célebre adagio de Descartes “Pienso, luego existo” tendría que expresarse de un modo más apropiado como “Comunico, luego existo”, pues, en él, el método de la duda se equipara no a la razón sino al lenguaje, siempre producto de relaciones interdependientes. Centrándose, de este modo, en los procesos del discurso, así como en sus explicaciones sociales y literarias, Gergen examina los desafíos que se lanzan contra el empirismo bajo el estandarte de la “construcción social” y subraya los principales elementos de una perspectiva de este tipo, ilustrando su potencial y abriendo --en fin-- lo que puede ser un fructífero debate sobre el futuro de las actividades construccionistas, tanto en las ciencias humanas como en la psicología. Cuando estas últimas se guían por una perspectiva, cuando la relación --y no el individuo-- es el lugar del conocimiento, las formas de teoría, de investigación y de práctica resultantes retornan a los ámbitos habituales de la investigación especializada en psicología --el yo, las emociones, el entendimiento humano, la patología y la psicoterapia-- y abren un refrescante estudio sobre la narración, el fraude y la moralidad. Pues bien, eso es lo que sucede en este libro revolucionario: una obra maestra que no sólo integra la multiplicidad de voces de la crítica antiempirista, sino que nos muestra abiertamente los más nuevos panoramas de las ciencias humanas y de la práctica cultural.