El Tratado de Maastricht, para la Unión Económica y Monetaria y para la Unión Política, implica un paso más en la dirección de reforzar la cooperación entre los Estados de la Comunidad Europea, no sólo en lo económico, sino en lo político. Es evidente que el reforzamiento de la integración económica y monetaria, hasta el establecimiento del ecu como moneda única comunitaria, debe llevar aparejada una intensificación de la política de cohesión en favor de las regiones y Estados menos desarrollados. Tal es la justificación del nuevo Fondo de Cohesión, en favor de los Estados con menos renta por habitante. El Fondo de Cohesión deberá funcionar teniendo presentes las experiencias de los tradicionales fondos estructurales, para ayudar conjuntamente a la consecuencia de una convergencia real, y no sólo nominal, de las economías.