Este libro, que recoge textos diversos, se quiere un conjunto de plurales lecciones (a partir de la estética) sólo para animar a disentir, sólo para ayudar a que cada uno -y cada una- sea lo que quiere ser, y grite, y se enfunde de púrpura, atreviéndose a ser el otro. Porque no sólo todos somos otro (ya que asumimos una pluralidad) sino que -para el de enfrente- somos y debemos ser el otro, y la civilización consiste en asumir, aceptar y gozar de todas esas otredades... Quisiera yo que este libro fuera tenido por un manual de subversión estética. Invito a mis lectores y lectoras -a su modo cada cual- a ponerse pendientes o sayales y a echarse a la calle proclamando, desde su rigor, su disidencia. Hace muchos años -en los finales 60- y en un concierto, cuando nadie lo esperaba, Mick Jaegger (entonces joven) sacó en el escenario una barra de labios de rojo fuerte, y allí -ante sus alucinados seguidores- el rey del rock, jubiloso de sí, se pintó profundamente los labios. Este libro tiene mucho de barra de labios y de sortijón salvaje de obispo pagano.