¿Qué persona no tiene en su vida una historia prohibida? ¿Algo que oculte y que lo considere reprobable aunque en realidad sea una venialidad? Esos son los límites que se marcó la autora cuando comenzó a investigar la disparidad común en el ser humano entre lo que considera vergonzoso contar sobre su vida y lo ignominioso del hecho. La gente oculta capítulos de su pasado, más por la forma como lo ha percibido y sentido que por la mayor carga de delito o desaprobación social del episodio en sí. Lo que inicialmente debía haber sido material para un doctorado de Sicología, se transformó en una colección de relatos con los que la autora cambió su tesis y su vocación: acabó con ellos el doctorado de Literatura y logró con este libro el premio Casa de las Américas de literatura hispana en Estados Unidos. Con su prosa ágil e irónica, con los giros y modismos que delatan la dualidad idiomática, y hasta con el erotismo más desbordado, la autora retrata también el interior del grupo social elegido, los residentes hispanos en la ciudad de Nueva York.