Cuando en el verano de 1996 se publicó Tierra firme, no tardó en colocarse entre los títulos más vendidos en Alemania, lo cual no debería extrañar pues Markus Werner, con cinco novelas en su haber, es considerado por la crítica como uno de los escritores contemporáneos en lengua alemana más originales y de mayor talento.
Julia ha terminado sus estudios con éxito y, de repente, se encuentra desorientada, quiere partir pero no sabe adónde, se aísla en su casa, no quiere saber nada de nadie. Hasta que un día llama por teléfono Kaspar, su padre, quien, aquejado a su vez de una extraña apatía, le pide que vaya a verlo. Julia acude a pesar de que apenas le conoce, pues a lo largo de su vida se han visto en contadas ocasiones, y, a partir de ese encuentro y de otros que le sucederán, le son revelados episodios de su vida que jamás le habían permitido conocer: la desigual relación de sus padres, la muerte prematura de Lena, su madre, y cómo la engendraron accidentalmente… Poco a poco un renovado soplo de ánimo va invadiendo la vida de Julia. De pronto siente la urgencia de aclarar su extraña relación amorosa con Josef y de comprenderse a sí misma y a su padre. Tras moverse en las arenas movedizas de su desencanto, decide irse a Italia en busca de «tierra firme».
Werner traza con maestría la trayectoria de dos personas que se encuentran bloqueadas en una encrucijada y que necesitan el uno del otro para poder pisar firme y encontrar su lugar en el mundo.