En El sentido figurado, Pere Rovira estudia la obra poética de Jaime Gil de Biedma, atendiendo a aspectos como la ambientación, los personajes, el punto de vista narrativo, los juegos tonales y las estrategias de la construcción poética, y teniendo muy en cuenta cierta observaciones de Jaime Gil, por ejemplo: "Nuestra intención era hacer una poesía de la experiencia social, el mismo tipo de experiencia que se puede recoger en la novelística o en la prosa". "Para mí, el poema empieza en una composición de lugar y acaba en una síntesis: la invención de una relación significativa entre un hombre concreto y el mundo en que vive". "La poesía que yo aspiro a hacer no es comunión, sino conversación, diálogo".