El pecado narra los amores entre un joven intelectual y una monja de clausura. Pero el argumento -si de argumento cabe hablar en un relato de estas características- es aquí tan sólo pretexto del monólogo interior del protagonista, quien, en la incesante búsqueda de sí mismo, no hace más que tropezar con los escollos de un mundo hecho a la medida de los pusilánimes de todas las especies. Y en esa búsqueda, tortuosa y llena de sobresaltos emotivos, se va abriendo camino hacia el "caos" del hecho mismo de existir, un caos al que el propio autor llama "sentimiento".