Fieles al propósito de ir rescatando para nuestros lectores parte de la obra de Reinaldo Arenas —cuyos libros son desde hace tiempo prácticamente inencontrables—, publicamos ahora El palacio de las blanquísimas mofetas, tercera entrega de una muy singular pentagonía en la que este inclasificable autor cubano hizo un original recuento de su historia personal y de su país, y de la que ya han aparecido El color del verano y Celestino antes del alba.
Aunque Arenas se mueva con comodidad en los espacios míticos y los tiempos fuera del tiempo, podemos reconoce fácilmente en esta novela la Cuba de la dictadura de Batista, y su atmósfera casi surrealista, en la que la muerte y la vida —los vivos y los muertos— se entrecruzan con barroca indiferencia. En El palacio de las blanquísimas mofetas asistimos a la tragicómica peripecia vital de la familia de Fortunato. Éste, cansado del interminable rosario de historias de amor de triste final, de vidas señaladas por la frustración y el vacío —cuando no por la simple locura— decide un día jugarse el todo por el todo y unirse a los rebeldes de Sierra Maestra. Como en el resto de sus libros, también en éste el riquísimo e imaginativo lenguaje del autor nos sorprende una y otra vez por su inagotable vitalidad y el mágico poder evocador de sus imágenes.