Esta novela, situada en la primera mitad de nuestro siglo, cuenta la historia del Dr. Wilbur Larch –santo varón y obstreta, eteradicto y abortista, director de un orfanato– y la de su huérfano favorito, Homer Wells, quien nunca consigue ser adoptado. El Dr. Larch siente la obligación moral de liberar a las madres pobres de un embarazo no deseado, antes que admitir en un asilo a sus hijos abandonados. Homer Wells, a quien Larch quiere como a un hijo, al crecer se niega en cambio a «acabar con una vida humana». La novela es, claro, mucho más que un libro sobre el aborto, aun así tratado por Irving con un excepcional conocimiento histórico, médico, legal, filosófico y moral; es también una saga en la mejor tradición del siglo XIX –y de Irving–, que sigue a varios personajes peculiares, todos mal nacidos, marcados por su extrañeza en esta tierra, pero todos héroes, auténticos príncipes y reyes de su propia existencia.