Es una inmensa satisfacción dar a conocer a Mark Spragg, escritor norteamericano aún poco conocido incluso en su propio país, pero cuyo libro, Donde los ríos cambian su curso, publicado por la lejana Universidad de Utah, al margen de los poderosos grupos editoriales de su país, se convirtió en una celebrada sorpresa literaria en la Feria de Frankfurt de 1999. Además, Donde los ríos cambian su curso acaba de obtener el Mountain and Plains Award para libros de no ficción y será asimismo publicado en el Reino Unido, Alemania, Italia, Francia y Portugal.
Mark Spragg rememora su infancia y adolescencia en un remoto rancho en el noroeste del estado de Wyoming, donde todos los miembros de su familia, desde los tiempos de los legendarios cow-boys, crían caballos en inmensas praderas, cuyo horizonte se extiende hasta el infinito y donde las ventiscas suelen ser inmisericordes. La galería de personajes que pueblan ese mundo perdido hace honor a este territorio salvaje: tipos rudos y con frecuencia pendencieros, viejos tramperos que ven desaparecer sus tradicionales modos de vida, veteranos de la segunda guerra mundial siempre dispuestos a contar alguna anécdota. Seres condenados a vivir en plena comunión con una naturaleza traicionera y sus peligros, y que acompañan los ritos de paso del joven protagonista hacia la madurez.
Las evocaciones de este libro nos hablan de la búsqueda del amor y de la confianza en las propias fuerzas, y nos describen a los últimos habitantes de las praderas del Medio Oeste norteamericano, cuya forma de existencia —mal conocida y hasta absurdamente idealizada por la gente de ciudad— parece estar viviendo sus últimos días.