La historia de la Ilustración se ha escrito habitualmente como la de un reducido círculo de intelectuales y de miembros de una élite adinerada o, en los diversos contextos nacionales, como la de los dirigentes de un supuesto «despotismo ilustrado».Pero ¿hasta qué punto cambió también la vida del conjunto de los ciudadanos, de todos los hombres y mujeres que no pertenecían a estos círculos? Gracias a las aportaciones realizadas por la investigación histórica en las últimas décadas, el profesor Thomas Munck puede trazar, por primera vez, una «historia social» de la Ilustración vista a escala europea. Munck estudia la forma en que las nuevas ideas llegaban al público, a través de la multiplicación de los libros y los panfletos, de la expansión de la prensa, de la difusión del arte en los salones públicos, de la popularización de los grabados, de la creación de sociedades de debate... Las ideas difundidas por estos medios contribuyeron a minar en las mentes las viejas certezas, a la crítica de la actuación de los gobernantes, a modificar la relación entre el estado y el ciudadano y a difundir ideas de reforma social. Los caminos seguidos por la Ilustración fueron diferentes en los distintos países, pero en todas partes se dieron estos cambios fundamentales: era la sociedad entera la que estaba atreviéndose a pensar por su cuenta y obligaba a los déspotas a esforzarse en parecer ilustrados.