El papel que desempeña Estados Unidos actualmente como primera potencia mundial se explica por la sucesión de «bendiciones» históricas que acompañan a ese pueblo «elegido» a lo largo de una expansión que, aparentemente, sólo fue aceptada para cumplir la misión de difundir la buena nueva de la libertad a doquier.
Al denunciar la corrupción y decadencia de los absolutismos monárquicos y revolucionarios de la Europa moderna, esta idea de la misión iba ocultando los largos preparativos expansionistas de una elite de poder cuya continuidad y crecimiento sin rupturas se aseguraron mediante sucesivas ocupaciones territoriales, económicas y financieras del continente y, posteriormente, del mundo entero.
Sin embargo, no hay una fórmula única o un pensamiento único que traduzca esa expansión, que en última instancia, jamás se dejó a la merced de los azares de la democracia. El excelente análisis de José Luis Orozco muestra cómo las tesis de los líderes ideológicos y políticos norteamericanos se mueven en las amplias coordenadas entre la teología del «destino manifiesto» y el dogma secular de la Doctrina Monroe uniendo, separando y combinando una inteligencia pragmática según las circunstancias y los tiempos, los axiomas del realismo geopolítico y del idealismo liberal.
Este texto, basado en una sólida investigación de documentos históricos en parte poco conocidos, analiza con gran rigor crítico las formas múltiples y elásticas del pensamiento político y económico estadounidense, que declara culminar en nuestros días, con el gran discurso de la globalización, la suprema aventura histórica de la libertad humana.