Hará pronto diez años que Manuel Talens se dio a conocer con la novela La parábola de Carmen la Reina (Andanzas 373), que fue recibida con auténtico entusiasmo por la crítica. Desde entonces nos ha gratificado con un extraordinario libro de cuentos, Venganzas (Andanzas 222), y una segunda novela, Hijas de Eva (Andanzas 297). Según ese recorrido literario, podría decirse que Talens se encuentra a gusto con igual destreza tanto en la narración breve como en la de más largo aliento. Así, en Rueda del tiempo, los antihéroes —habituales en su obra—, que dan vida a estos relatos, alcanzan su grandeza merced al certero dominio del lenguaje y se mueven con tal intensidad que el lector termina por sentirlos respirar a su lado.
«Siempre he creído que existir —o subsistir— consiste en un flujo encadenado de episodios banales que, de vez en cuando y como para evitar el tedio, se ven conmovidos por un hecho fortuito capaz de cambiar el rumbo de un destino, lo que para un escritor equivale a decir el rumbo de una historia», escribe Manuel Talens, y no cabría mejor definición para estos vigorosos relatos. Desde el crimen gratuito hasta la catástrofe imprevisible del azar, pasando por el viaje circular de un maquis canadiense, las enseñanzas de un maestro formado en la rebelión de mayo del 68 francés, el orgullo de un viejo torero, los afanes de un judío que busca sus orígenes, el arrojo de un muchacho que convierte la ficción en realidad y la redención terrenal de un exiliado nihilista, los personajes de estos relatos «están unidos por el hilo común de la percepción desesperada de la vida como un camino sin recompensa, en el que lo único que importa es la dignidad del recorrido, pues la meta equivale al silencio.»