Seres enterrados y que piensan ... pero cuyos pensamientos sólo pueden expresar a través de Harry Keogh, el necroscopio. Ésa es la facultad de Harry, y también su carga, pues a veces los no-muertos piensan cosas inconcebibles. Harry Keogh ha vencido por fin al nigromante y vampiro Boris Dragosani, aliado de la peor facción de la KGB soviética. Pero en la batalla, Harry ha perdido, si no la vida, al menos la corporeidad. Ahora es una mente, o alma, descarnada y prisionera del continuo metafísico de Möbius, por el que deambula comunicándose con vampiros y almas errantes de ese mismo ámbito.