Si los conflictos en la escuela tienen un origen fundamentalmente social, en su resolución debe estar implicada toda la sociedad. La conflictividad de las aulas no es un problema de la escuela que sólo desde la institución escolar deba ser abordada. Es un problema social. Por ello nadie está excluido ni sobra. Sin embargo, resulta sorprendente que, estando todos de acuerdo en el origen social del problema, todavía las propuestas educativas que se ofrecen en la prevención y resolución de los conflictos (algunos denominan violencia) se centran, casi exclusivamente, en actuaciones en el ámbito escolar. Y no es aquí donde la intervención educativa debe tener un carácter prioritario, ni mucho menos exclusivo. No es la escuela el factor más importante en la génesis de los conflictos, sino el medio social, y más en concreto la familia.