El presente análisis de Susan S. Stodolsky representa un desafío para la investigación educativa, pues se trata de un estudio pionero acerca de las interacciones entre las formas de instrucción, los niveles de la implicación estudiantil y los contenidos. Así, las actividades del aula se presentan como acciones coherentes a las que da forma el contexto instruccional, de modo que queda refutada la tradicional perspectiva según la cual tanto el aprendizaje como la enseñanza son uniformes y constantes: cada profesor planea su enseñanza de modo distinto, dependiendo de cuál sea su materia, y cada estudiante responde a la instrucción de una manera diferente, según la estructura y las exigencias del tema. Por ejemplo, como se propone en el libro, las formas didácticas empleadas en una clase de matemáticas serán muy distintas a las utilizadas en ciencias sociales, aunque sea el mismo profesor quien se encargue de ambas. Desde este punto de vista, la autora demuestra que los estudiantes se muestran más receptivos ante un tipo de enseñanza que requiera un alto grado de desarrollo intelectual, es decir, el aprendizaje de situaciones que impliquen al alumno en una cierta interacción con sus pares y en modos de instrucción activos. Las conclusiones extraídas revelan que el contenido, una de las variables de la enseñanza que más importancia han adquirido en la últimas investigaciones sobre el tema, ejerce una profunda influencia en la práctica institucional. Como consecuencia, este texto tendrá importantes implicaciones tanto en el desarrollo de esa práctica como en la educación supervisión de los enseñantes, pues se trata de un nuevo modo de entender la dinámica enseñanza aprendizaje que sin duda variará sustancialmente nuestras ideas sobre las escuelas y su investigación.